jueves, 15 de diciembre de 2016

El muralismo mejicano y su influencia en Cuba. El Reparto Miramar



El blog Bibliotecas. Anales de Investigación se complace en publicar El muralismo mejicano y su influencia en Cuba. El Reparto Miramar, un interesante artículo del Lic. Alberto Chía Collazo. 
 
No cabe duda que el movimiento pictórico moderno mejicano de principios del siglo XX, constituyó un punto de reencuentro en la funcionalidad integral en el arte. Nacido bajo un propósito político, el movimiento muralista mejicano (1921-1950), tuvo como principal voluntad, revindicar la práctica ancestral de una integralidad entre las artes.
Influenciados por un sentimiento nacionalista, los muralistas mejicanos volvieron a imbricar la pintura y la arquitectura, como forma de expresión de un nuevo pensamiento progresista y revolucionario. Separadas por una conceptualización independiente desarrollada por la Sociedad Liberal, la escultura, la pintura y la arquitectura, volvieron a integrarse con notables resultados con el muralismo mejicano.

Tal práctica fue un incentivo para que la pintura mural volviera por sus fueros, con una nueva visión formal, técnica y funcional dentro de las manifestaciones artísticas a nivel internacional. Numerosos pintores de Europa y América, de forma independiente o agrupados, retomarían nuevamente la pintura mural, como medio de comunicación y expresión artística. 
Nuestro país no estuvo exento de tales prácticas. A finales de los años veinte la Revista de Avance (1927-1930), con su carácter renovador, se propone actualizar la cultura literaria, plástica y musical de los cubanos. Su aparición, propició la legitimación de un pensamiento artístico más nacional que se venía gestando en acciones político-culturales de movimientos sociales como el grupo minorista. Con la Exposición de Arte Nuevo en 1927, se destacan las obras de un grupo de pintores que constituyeron posteriormente la Vanguardia en la plástica cubana. Dicho movimiento, más que escuela independiente, se legitimó como una combinación de expresión y sentimientos de cubanía. 
Caracterizada por la ruptura con los viejos cánones europeos, esta etapa de la pintura cubana, aboga por una obra auténticamente cubana. La religiosidad, alejada de dogmatismos y repleta de una cierta superstición mestiza y popular. Lo campesino, cargado de toda una realidad de crítica social, o la riqueza de nuestro paisaje urbano o rural, fueron recreados bajo la influencia de los movimientos modernos (impresionismo, expresionismo y surrealismo) dentro de las artes plásticas cubana.
A esta combinación de expresión y sentimientos se le unió también el de una lucha independentista provocada por un repudio popular latente que se hizo claro desde 1930. A raíz del acto dictatorial de 1927 que demoró los poderes ejecutivo y legislativo del Estado, así como la eliminación de la política bipartidista vigente, dos vertientes políticas organizadas lucharon separadas contra la dictadura. Una de grupos revolucionarios opuestos al sistema, y otra de políticos del sistema que deseaban obtener el poder y cerrar el paso a una revolución. Sin embargo, una tercera fundamentada en el comunismo de la Internacional -a la que se integran muchos de nuestros artistas de vanguardia-, trataba de organizar y conducir a los trabajadores hacia una revolución social contra el sistema.
                                                                                 
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