El blog Bibliotecas. Anales de Investigación se
complace en publicar El muralismo mejicano y su influencia en Cuba. El Reparto
Miramar, un interesante artículo del Lic. Alberto Chía Collazo.
No cabe duda que el movimiento pictórico moderno mejicano de principios del
siglo XX, constituyó un punto de reencuentro en la funcionalidad integral en el
arte. Nacido bajo un propósito político, el movimiento muralista mejicano
(1921-1950), tuvo como principal voluntad, revindicar la práctica ancestral de
una integralidad entre las artes.
Influenciados por un sentimiento
nacionalista, los muralistas mejicanos volvieron a imbricar la pintura y la
arquitectura, como forma de expresión de un nuevo pensamiento progresista y
revolucionario. Separadas por una conceptualización independiente desarrollada
por la Sociedad Liberal, la escultura, la pintura y la arquitectura, volvieron
a integrarse con notables resultados con el muralismo mejicano.
Tal práctica fue un incentivo para que la pintura mural volviera por sus
fueros, con una nueva visión formal, técnica y funcional dentro de las
manifestaciones artísticas a nivel internacional. Numerosos pintores de Europa
y América, de forma independiente o agrupados, retomarían nuevamente la pintura
mural, como medio de comunicación y expresión artística.
Nuestro país no estuvo exento de tales prácticas. A finales de los años
veinte la Revista de Avance (1927-1930), con su carácter renovador, se propone
actualizar la cultura literaria, plástica y musical de los cubanos. Su
aparición, propició la legitimación de un pensamiento artístico más nacional
que se venía gestando en acciones político-culturales de movimientos sociales
como el grupo minorista. Con la Exposición de Arte Nuevo en 1927, se destacan
las obras de un grupo de pintores que constituyeron posteriormente la
Vanguardia en la plástica cubana. Dicho movimiento, más que escuela
independiente, se legitimó como una combinación de expresión y sentimientos de
cubanía.
Caracterizada por la ruptura con los viejos cánones europeos, esta etapa de
la pintura cubana, aboga por una obra auténticamente cubana. La religiosidad,
alejada de dogmatismos y repleta de una cierta superstición mestiza y popular.
Lo campesino, cargado de toda una realidad de crítica social, o la riqueza de
nuestro paisaje urbano o rural, fueron recreados bajo la influencia de los
movimientos modernos (impresionismo, expresionismo y surrealismo) dentro de las
artes plásticas cubana.
A esta combinación de expresión y sentimientos se le unió también el de una
lucha independentista provocada por un repudio popular latente que se hizo
claro desde 1930. A raíz del acto dictatorial de 1927 que demoró los poderes
ejecutivo y legislativo del Estado, así como la eliminación de la política
bipartidista vigente, dos vertientes políticas organizadas lucharon separadas
contra la dictadura. Una de grupos revolucionarios opuestos al sistema, y otra
de políticos del sistema que deseaban obtener el poder y cerrar el paso a una
revolución. Sin embargo, una tercera fundamentada en el comunismo de la
Internacional -a la que se integran muchos de nuestros artistas de vanguardia-,
trataba de organizar y conducir a los trabajadores hacia una revolución social
contra el sistema.
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